Tras un examen lloré
por no salirme muy bien
en blanco me quedé
y nada contesté.
Pero no era yo quien lloraba,
sino una amiga mía
que aún habiendo estudiado
había fracasado.
Pobrecita amiga mía
que ella sola se quedó
solitaria y con llantina
hasta mi alma hirió.
Pero no llores amiga mía
pues yo te consolaré
que no sirve para nada
si lo he hecho, hecho fue.
María Fernández Alarcón (1º ESO)
es algo muy lindo
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