Un lazarillo necesito
para guiarme por el camino
pues un bastón no es suficiente
para llegar a mi destino.
Pero aún estando ciega
amor tendré en mi vida
y no por mucho caminar
llegaré hasta la orilla.
Tengo mi corazón ajado
por no poder verte
pero tocando tu piel
podría reconocerte.
Y es que un ciego
también necesita cariño
pues por no ver las cosas
reconoce el sacrificio.
María Fernández Alarcón (1º ESO)
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