Efímeros trances compañeros de recuerdos
en los que velamos al vivir, dormimos al morir.
Rebosantes de lo palpable,
pero vacíos al desampararlos.
Pudiendo ver la luz hoy,
la impredecible oscuridad mañana.
Pudiéndose despojar cautelosamente
nuestro alma de su coraza,
cual lluvia de verano nos sorprende.
Jugadora de aventuras con intrigas
tras cada puerta, cuyas llaves son nuestro destino,
y el cual es un desatino
intentar burlar el camino predicho.
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