MONÓLOGO DE HUMOR

Hay algo que no me cuadra... Estoy seguro de que vuestra madre es la mejor del mundo, al menos para vosotros, y  vuestro padre, uf, ya ni hablemos de vuestro padre: ¡una maravilla! Entonces... ¿Por qué los míos parecen haber estudiado en la academia: "Aprenda cómo fastidiar a su hijo en 20 días (matrícula gratis)"?

Por ejemplo, cuando era pequeño (más aún: así como un cacahuete deshidratado) iba siempre bien abrigado. SIEMPRE. Hiciera o no hiciera frío. SIEMPRE. Y "ponte la bufanda, hijo", "abróchate la chaqueta hasta el cuello", "ponte el abrigo de oso polar"... Vale, mamá, ¿pero luego puedes ir al chiringuito y comprarme un helado?  ¡Por compasión! No te digo... ¡Y ella en biquini!

¡Y comprar ropa! ¡Pufff! Hay que tener ganas de ir a comprar ropa con mi madre... Que si pruébate esto, pruébate aquello... Esto no te queda bien, esto sí, esto no tanto... "Oiga, dependienta, ¿le tira el pantalón de la sisa? ¿Le está pequeño?". A ver, una pregunta: ¿el pantalón es acaso para la dependienta? ¡Si yo lo que quiero es un chándal y a correr!

Bueno, y de los estudios ni hablamos, claro... "Hijo estudia, hijo estudia, hijo estudia, que el día de mañana te hará falta; hijo estudia, hijo estudia, hijo estudia...". Ok, papá, si esa lección me la sé ya, ¿por qué no me cuentas otra? Pero él sigue como un Mp3 cascado: "Hijo estudia, hijo estudia, hijo estudia...".

Pero eso sí, a veces mi madre hace magia: ¡hace que aparezcan cosas! Si pierdes algo, pregúntale a ella...

—Mamá, ¿dónde están las llaves?

—Ahí, ahí, ahí.

—¿Ahí dónde?

—Ahí, en el cajón.

—¿En qué cajón, mamá?

—En el de la derecha.

—Pues va a ser que no están.

—Pues mira bien, que sí están.

Y miro y miro y busco y rebusco en el lugar exacto, y araño el cajón y no están. Hasta que viene mi madre, coge las dichosas llaves, las agita delante de mis narices y me dice: “¡tachán! Termina los deberes ya y abrígate, que vamos a salir a comprar ropa…”.

¡NOOOOO!

(Iván Ortiz Galdeano
y el profesor de Teatro, 1ºESO)