Cuando te vi
por primera vez
sentí un pinchazón
que salía del corazón.
Noté que me moría
por tu simple sonrisa
y pensé que no servía
para ser tu gran vida.
No soy nada
comparada con lo que eres,
pero soy suficiente
para lo que mereces.
Eres lo que he querido
y lo que imaginé que nunca tendría
que ahora tengo
en mi placentera vida.
Espero que no me dejes
y menos yo a ti dejarte,
pues te quiero lo suficiente
para tener que marcharme.
María Fernández Alarcón (1º ESO)
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