Sobre las grandes montañas de Cordum, se hallaba la mayor ciudad jamás construida en la Edad Media. Las casas eran muy oscuras pues la piedra de aquel lugar era volcánica. En la ciudad se hallaba un enorme castillo rodeada por unas enormes murallas.
Como todos los inviernos, miles de caballeros de todos los reinos se congregaban para el gran torneo. Había mucho revuelo en el patio de armas pues los caballeros de la ciudad elegían con delicadeza las armas que utilizarían. Ese año los reyes habían ofrecido la mano de su hija a quien ganara el torneo. La princesa era una joven maga, una de las princesas más bellas del reino. Su cabello era de color castaño oscuro y su piel blanca y suave, los ojos eran de un azul claro hechizador, siempre vestía vestidos blancos los cuales siempre llevaba impecables.
No hacía mucho la princesa había recibido una visita un tanto extraña, se trataba de un archimago, él le confió una piedra un tanto peculiar, le dijo que le perseguía una especie de monstruo. Cuando el archimago empezó a hablar no paraba de tartamudear, miraba a un lado y a otro, en la descripción no paró de repetir que tenía un ojo azul como el hielo y otro rojo como el fuego. La princesa lo único que miraba era la piedra roja que el archimago le entregó. Cuando quiso darse cuenta había desaparecido.
A la semana siguiente un joven con el pelo rubio ganó el torneo, la princesa quedo fascinada con aquel joven sobretodo por su ojo azul como el hielo, sólo se le podía ver un ojo ya que el flequillo le tapaba el otro. La boda se celebraría a los dos días, nadie sabía de donde había salido aquel joven pero la princesa había quedado prendada de aquella belleza.
Por la noche cuando la princesa regresaba a sus aposentos vio una sombra rebuscando entre sus cosas, ella se quedó vacilante y al final preguntó:
-¿Quién anda ahí?
La misteriosa sombra miró hacia atrás, tenía cada ojo de color distinto, uno de color rojo como el fuego y otro azul como el hielo. La sombra metió un gran brinco y desapareció entre la penumbra. La princesa aún vacilando buscó la piedra roja que le entregó el archimago y salió corriendo para enterrarla en los jardines de palacio.
Mientras, desde la penumbra un joven con el pelo rubio la observaba atentamente. La princesa empezó a escarbar para ocultar aquella piedra de color tan hermoso, de repente sintió una sensación de frío y a la vez un calor sofocante, cuando se dio la vuelta se encontró con su prometido, pero en él había algo distinto. ¡Sus ojos! Uno era de color rojo y el otro de color azul, la princesa se quedó sin respiración, el joven se empezó a acercar, ella paralizada no pudo reaccionar… cuando se dio cuenta, el joven la estaba besando, era como si le estuviera robando el alma, era una sensación cálida y a la vez fría.
Nadie más supo de la princesa y del joven. Unos dicen que el joven se escapó con la princesa. Los reyes afirman que el joven la había raptado y que a saber lo que haría con la pobre princesa. Solo un testigo los vio y fue un soldado que los vio besándose. Habían encontrado dos pruebas: una especie de agujero y una piedra muy hermosa y suave de color blanco.
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