Vete de aquí,
déjame en paz,
no quiero verte
por favor, déjame ya.
No quiero escucharte,
ni oír más tu voz,
por favor, vete
y déjame mi amor.
No soporto tu risa eterna
ni tus labios murmurar,
por favor, déjame
y márchate ya.
No hace falta que cambies,
pues solo te pido esto:
desátame de la silla
y márchate en este momento.
Siento lo ocurrido,
pero no puedo más,
tengo una vida nueva
en la que tu no estarás.
María Fernández Alarcón (1º ESO)
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