Hace un año aproximadamente, una niña llamada Lara, de origen neoyorkino, se mudó con su madre y su padrastro a un pueblo en Tennessee. A Lara no le gustó la idea de irse tan lejos de su ciudad y abandonar a sus amigos. Hizo todo lo que pudo para quedarse, pero su madre le dijo que aún era muy pequeña para vivir sola.
Una vez en Tennessee, bajó del coche y vio una gran casa. Entró al vestíbulo y observó que el mobiliario era bastante antiguo. Enseguida subió a su habitación. Entró y solo había una pequeña cama, una cómoda y un gran armario. Empezó a deshacer su equipaje. Se dispuso a colocar su ropa en el armario, pero se dio cuenta de que estaba cerrado con llave. La cerradura parecía tener forma de cruz, así que decidió descansar y colocar la ropa al día siguiente.
Era las doce de la noche y escuchó algo extraño. No sabía qué era y decidió seguir durmiendo. Las dos de la madrugada y volvió a oír ese extraño ruido... Se había desvelado. Algo sonaba desde su armario. ¿O lo había soñado? Apenas pudo dormir en toda la noche, temorosa de los ruidos del armario y del silencio, que le traía recuerdos de su ciudad y sus amigos.
A la mañana siguiente, Lara bajó a desayunar. Su padrastro le dijo que cuando acabase, recogiera su habitación. Terminó y subió. Colocó la ropa en la cómoda. Al abrir el cajón encontró una llave con la forma del armario: la cogió y comprobó que, efectivamente, era la llave correcta. Al abrirlo vio que dentro no había nada. Fue a colocar su vestido cuando se le cayó la barra y se abrió una puerta pequeña. La curiosidad de Lara no pudo esperar más, así que entró enseguida. Una vez dentro le pareció todo un desván; allí había retratos, papeles, fotografías... Lara fue mirándolo todo hasta llegar a un baúl azul. Lo abrió y encontró dentro un premio cinematográfico "al mejor director, el señor Frank J. Married". En uno de los retratos vio a un hombre que le resultaba familiar. Miró detrás del cuadro y ponía: "para mi hija Ghisell Married". Entonces se dio cuenta de que ese señor era su abuelo. Poco a poco fue abriendo cajones y aprendió todo sobre su pasado familiar.
La madre de Lara la llamó para cenar. Bajó pero antes cogió el retrato. Se lo mostró a la madre y le preguntó si aquel hombre era su padre. Ella le contestó que de dónde lo había sacado. Lara llevó a su madre arriba, dentro del armario.
La madre no podía creer todo lo que había allí sobre su padre. Lara le enseñó el retrato para que viera lo que ponía detrás. La madre al verlo se emocionó. Lara comprendió que para su madre esa casa era muy importante, ya que se crió allí. Se le pasó el enfado y decidió que quedarse a vivir en Tennessee tampoco era tan malo. Además, podría ver a sus amigos varios fines de semana al mes.
A partir de entonces, su vida siguió normal y feliz.
(Lorena Jurado Castañeda y
Cristina Parejo García, 3ºESO)