Quizá no todo estaba perdido, aún tenía una última oportunidad para escapar de allí con vida, y esta era nadar. Nadar y nadar. Nadar cruzando el Pacífico hasta llegar al árbol de maná, donde aprendería la magia que en un principio lo llevó al desastre.
Una vez allí y tras el rito de la experiencia, haría todo lo posible por salvar a esa persona tan importante para él, esa maga del agua que habría de cambiar su destino. Salvarla para salvarse. Y es que únicamente ella podía convertirlo en un poderoso perro guardián de la puerta del Hades, ese umbral infernal que ningún humano ha osado atravesar, sólo un héroe desterrado por los dioses del Olimpo.
Difícil era conseguir el cáliz para obtener el poder que tanto deseaba; era casi imposible para un simple mortal. Pero él no era simple ni temía a la muerte. No. Quizá no todo estaba perdido. Sólo hacía falta un poco de magia. Sólo nadar mar adentro. Nadar y nadar hasta alcanzar la orilla de la vida o hasta morir ahogado en las profundidades del corazón de la maga.
("Cadáver exquisito" esrito por Dalina Fernández Navas
y César Gavira Lara, de 4ºESO-A)
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